sábado, 26 de octubre de 2013

P.U.E. 6º - UNIDAD II



Ética y moral, desde la etimología

La palabra ética proviene del griego êthos y significaba, primitivamente, estancia, lugar donde se habita. Posteriormente, Aristóteles afinó este sentido y, a partir de él, significó manera de ser, carácter. Así, la ética era como una especie de segunda casa o naturaleza; una segunda naturaleza adquirida, no heredada como lo es la naturaleza biológica. De esta concepción se desprende que una persona puede moldear, forjar o construir su modo de ser o êthos.

¿Cómo se adquiere o moldea este êthos, esta manera de ser? El hombre la construye mediante la creación de hábitos, unos hábitos que se alcanzan por repetición de actos. El êthos o carácter de una persona estaría configurado por un conjunto de hábitos; y, como si fuera un círculo o una rueda, éste êthos o carácter, integrado por hábitos, nos lleva en realizar unos determinados actos, unos actos que provienen de nuestra manera de ser adquirida.

La palabra moral traduce la expresión latina moralis, que derivaba de mos (en plural mores) y significaba costumbre. Con la palabra moralis, los romanos recogían el sentido griego de êthos: las costumbres también se alcanzan a partir de una repetición de actos. A pesar de este profundo parentesco, la palabra moralis tendió a aplicarse a las normas concretas que han de regir las acciones.

Así, pues, desde la etimología, hay poca diferencia entre ética y moral: una y otra hacen referencia a una realidad parecida. Pero hoy, pese a que a menudo se usan de manera indistinta como si fuesen sinónimos, se reconoce que tienen significados divergentes.

Ética y moral, hoy: dos niveles diferentes

Tan antiguo como la misma humanidad es el interés por regular, mediante normas o códigos, las acciones concretas de los humanos; en todas las comunidades, en todos los pueblos, sociedades o culturas encuentran prescripciones y prohibiciones que definen su moral.

"En cada comunidad, incluso en la tripulación de un barco pirata, hay acciones obligadas y acciones prohibidas, acciones loables y acciones reprobables. Un pirata tiene que mostrar valor en el combate y justicia en el reparto del botín; si no lo hace así, no es un ‘buen’ pirata. Cuando uno hombre pertenece a una comunidad más grande, el alcance de sus obligaciones y prohibiciones se hace más grande; siempre hay un código al cual se ha de ajustar bajo pena de deshonra pública." Bertrand Russell Sociedad humana: ética y política.

Ahora bien, junto al nacimiento de la filosofía apareció otro tipo de interés, el de reflexionar sobre las normas o códigos ya existentes, comparándolos o buscando su fundamento. Estos dos diferenciados niveles de interés o de actividad humana constituyen lo que conocemos hoy, respectivamente, por moral y ética. Veamos.

La moral es un conjunto de juicios relativos al bien y al mal, destinados a dirigir la conducta de los humanos. Estos juicios se concretan en normas de comportamiento que, adquiridas por cada individuo, regulan sus actos, su práctica diaria. Ahora bien, ni las normas o códigos morales se proclaman como el código de circulación, ni cada persona asume o incorpora automáticamente el conjunto de prescripciones y prohibiciones de su sociedad, ni cada sociedad o cultura formulan los mismos juicios sobre el bien y el mal. Es por todo eso que la moral a menudo es un conjunto de preguntas y respuestas sobre qué debemos hacer si queremos vivir una vida humana, es a decir, una vida no con imposiciones sino con libertad y responsabilidad.

La ética, por otro lado, es una reflexión sobre la moral. La ética, como filosofía de la moral, se encuentra en un nivel diferente: se pregunta por qué consideramos válidos unos y no otros comportamientos; compara las pautas morales que tienen diferentes personas o sociedades buscando su fundamento y legitimación; investiga lo qué es específico del comportamiento moral; enuncia principios generales o universales inspiradores de toda conducta; crea teorías que establezcan y justifique aquello por el que merece la pena vivir.

La moral da pautas para la vida cotidiana, la ética es un estudio o reflexión sobre qué origina y justifica estas pautas. Pero las dos, si bien son distinguibles, son complementarias. Del mismo modo que teoría y práctica interaccionan, los principios éticos regulan el comportamiento moral pero este comportamiento incide alterando los mismos principios. A menudo los conflictos de normas morales que aparecen cuando tenemos que tomar decisiones son el motor que nos impulsa a una reflexión de nivel ético. Es por ello que Aranguren, reconociendo la vinculación entre teoría y práctica, llama a la ética moral pensada y a la moral, moral vivida.

Estamos a nivel moral cuando:

Cumplo una promesa hecha ayer pese a que hoy me doy cuenta de que su cumplimiento me crea problemas.

Ayudo voluntariamente a un compañero de clase si bien me arriesgo a herir su orgullo.

Decido si tengo que ser o no sincero con un compañero de clase que parece quiere ser amigo mío.

Rechazo robar la calculadora de un compañero de clase sabiendo que nadie me ve.

Estamos a nivel ético cuando:

Razonamos que los pactos han de cumplir siempre, del contrario, en lugar de acuerdos entre amigos, tendríamos que hacer contratos legales.

Me pregunto sobre qué tiene más valor moral, la intención que inspira un acto o los resultados que con él se obtienen.

Reflexiono sobre valores, preguntándome si el valor de la autenticidad es preferible el valor de la amistad.
Tengo presente la máxima o regla de oro: "No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti".

P.U.E. 6º - UNIDAD I : METAFÍSICA

¿EXISTE DIOS? LA RESPUESTA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO.

Nació En 1221 y murió en 1274 DC. Santo Tomás pertenece junto con Aristóteles a la línea de filósofos que argumentan a favor de la existencia de Dios determinándolo como la Causa Primera de todo lo que existe.
Sus obras fundamentales son: “Cuestiones Disputadas”, “Suma contra los Gentiles”, “Suma Teológica”.
Para demostrar la existencia de Dios, Santo Tomás utiliza cinco caminos o vías. Las vías sor argumentos, es decir un conjunto de razones o de pruebas para apoyar una conclusión. En este caso son las razones que  Tomás da para demostrar que Dios existe. Cada una de las vías mantiene una estructura fija. Estructura:
A) Un punto de partida, un hecho o aspecto del mundo físico.  
B) La aplicación de dos principios lógicos:
1) el de la causalidad (todo tiene una causa) y 2) el de la imposibilidad de prolongar la serie de causas hasta el infinito (se refiere a las causas subordinadas, a aquellas que en el acto mismo de ejercer su causalidad dependen de una causa superior).
 C) Un punto de llegada, la conclusión del argumento, un Primer Ser, Causa Primera,  en uno de cuyos aspectos se encuentra la explicación definitiva del hecho o aspecto del mundo del cual partimos. Ese Ser es DIOS.

Análisis de cada una de las vías:

Vía  primera, “Del movimiento”.
Santo Tomás observó que el movimiento de un móvil obedece a la acción de un motor. Todo lo que se mueve está en potencia (posibilidad de  cambio) respecto a aquello hacia lo cual se mueve.
Es imposible que una cosa mueva y sea movida respecto a lo mismo, o que se mueva a sí misma, por lo tanto el movimiento es contingente (que es de una manera pero puede ser de otra) y su existencia se explica en el movimiento de otro ser (causa del movimiento, motor). Esta cadena causal no se puede tomar hasta el infinito porque de ser así, no existiría un primer motor  y tampoco movimiento alguno, cosa que es evidentemente falsa.
En conclusión admitimos un primer motor, un Motor Inmóvil, que mueve sin ser movido. Este Motor Inmóvil es Dios.

Vía segunda, “De las causas  eficientes”. En el mundo físico encontramos un orden de causas eficientes, sin embargo no es posible que una cosa sea cusa de sí misma, porque entonces tendría que ser anterior a ella misma, cosa evidentemente falsa. Tampoco es posible que esta serie de causas sea infinita, porque no existiría una primera causa eficiente ni tampoco efecto último, ni causas eficientes intermedias, cosa también evidentemente falsas. Por lo tanto es necesario admitir una Causa Primera, una causa incausada. Dios es la Causa Primera de todo cuanto existe.

Tercera vía, “De lo posible y de lo necesario”. En el mundo existen cosas que pueden ser o no ser, es decir seres contingentes. Es imposible que algo que existe lo haya hecho por siempre. Lo que tiene posibilidad de existir solo existe a partir de algo ya existente. Por lo tanto no se puede prolongar esta serie de cosas posibles, porque de ser así, no habría seres contingentes, ni nada existiría, cosa que es evidentemente falsa. No todos los seres son posibles o contingentes, sino que es preciso que haya un Ser Necesario. Este ser tiene en sí mismo la causa de su necesidad. Este ser absolutamente necesario es Dios.

Cuarta vía, “De los grados de perfección”. En el mundo observamos que hay cosas más o menos buenas, más o menos verdaderas, más o menos nobles, etc. El más y el menos de las cosas se deben en tanto se acercan o se alejan de aquello que ocupa el lugar máximo dentro de su categoría o especie. Santo Tomás ejemplifica que un objeto es caliente en tanto que se acerca al máximo grado de calor. Existe algo que por consiguiente es verdadero, bueno  y noble por excelencia. Aquello que ocupa el grado máximo en algún género es causa de todo lo que pertenece a dicho género, así como el fuego ocupa el grado máximo en el género del calor y es la causa del calor de las cosas. Por lo tanto existe un ser, que es causa del ser de la perfección de todo lo que existe. Este ser Máxima Perfección es Dios.


   Quinta vía, “Sobre el gobierno del mundo”. Observamos que algunas cosas carecen de conocimiento, como        por ejemplo los cuerpos naturales que obran hacia un fin y que lo consiguen sin tener conocimiento o inteligencia. Las cosas que carecen de conocimiento no tienden a un fin si no son dirigidas por alguien que tenga conocimiento e inteligencia. Por lo tanto debe existir un ser Omnisapiente por el cual las cosas son dirigidas hacia un fin. Este ser Máxima Inteligencia es Dios.

P.U.E. 5º - UNIDAD II

 Falacias, ¿qué son?
Una falacia es un razonamiento o un argumento no válido o incorrecto pero con apariencia de razonamiento correcto. Es un razonamiento engañoso o erróneo (falaz), pero que pretende ser convincente o persuasivo.

Todas las falacias son razonamientos que vulneran alguna regla lógica. Así, por ejemplo, se argumenta de una manera falaz cuando en vez de presentar razones adecuadas en contra de la posición que defiende una persona, se la ataca y desacredita: se va contra la persona sin rebatir lo que dice o afirma.

Las falacias lógicas se suelen clasificar en formales y no formales. Desarrollaremos solo las no formales.
Falacias no formales o informales

Las falacias no formales son razonamientos en los cuales lo que aportan las premisas no es adecuado para justificar la conclusión a la que se quiere llegar. Se quiere convencer no aportando buenas razones sino apelando a elementos no pertinentes o, incluso, irracionales. Cuando las premisas son informaciones acertadas, lo son, en todo caso, por una conclusión diferente a la que se pretende.

La lista de falacias no formales es larga; algunas son las siguientes.
 Falacia ad hominem (Dirigido contra el hombre)
Razonamiento que, en vez de presentar razones adecuadas para rebatir una determinada posición o conclusión, se ataca o desacredita la persona que la defiende.


Ejemplo:
"Los ecologistas dicen que consumimos demasiado energía; pero no hagas caso porque los ecologistas siempre exageran".
Esquema implícito:
A afirma p,
A no es una persona digna de crédito.
Por lo tanto, no p.

Falacia ad baculum (Se apela a la fuerza o al bastón)
Razonamiento en el que para establecer una conclusión o posición no se aportan razones sino que se recorre a la amenaza, a la fuerza o al miedo. Es un argumento que permite vencer, pero no convencer.

Ejemplo:
"No vengas a trabajar a la tienda con éste piercing; recuerda que quién paga, manda".
Esquema implícito:
A afirma p,
A es una persona con poder sobre B.
Por lo tanto, p.

Falacia ad verecundiam (Se apela a la autoridad)
Razonamiento o discurso en lo que se defiende una conclusión u opinión no aportando razones sino apelando a alguna autoridad, a alguna persona famosa.
Es preciso observar que en algunos casos puede ser legítimo recorrer a una autoridad reconocida en el tema; pero no siempre es garantía.



Ejemplo:                                                    
"Según el alcalde, lo mejor para la salud de los ciudadanos es asfaltar todas las plazas de la ciudad"

A afirma p,
A es un experto o autoridad.
Por lo tanto, p.

Falacia ad misericordiam (apelación a la misericordia, provocando emociones)
Razonamiento o discurso en el que se omiten las razones adecuadas y se exponen razones no vinculadas con la conclusión pero que se sabe serán aceptadas por el auditorio, despertando sentimientos y emociones. Es una argumentación demagógica o seductora.


Ejemplo:
"Tenemos que prohibir que venga gente de fuera. ¿Qué harán nuestros hijos si los extranjeros los roban el trabajo y el pan?"
Esquema implícito:
A afirma p,
A presenta contexto emocional favorable.
Por lo tanto, p.

Falacia ad ignorantiam ( se apela a la ignorancia)
Razonamiento en el que se pretende defender la verdad (falsedad) de una afirmación por el hecho que no se puede demostrar lo contrario.


Ejemplo:
"Nadie puede probar que no haya una influencia de los astros en nuestra vida; por lo tanto, las predicciones de la astrología son verdaderas"
Extraído del libro: PIÑERO, Albert. "Logomàquines" Barcelona: Rape, 1999
Esquema implícito:
Se niega (se afirma) p,
No tenemos pruebas que p se verdadero (falso).
Por lo tanto, p es falso (verdadero
).

Falacia Post hoc... (Falsa causa)
Razonamiento que a partir de la coincidencia entre dos fenómenos se establece, sin suficiente base, una relación causal: el primero es la causa y el segundo, el efecto. Clásicamente era conocida con la expresión: "Post hoc, ergo propter hoc" (Después de esto, entonces por causa de esto).


Ejemplo:
"El cáncer de pulmón se presenta (frecuentemente) en personas que fuman cigarrillos; por lo tanto, fumar cigarrillos es la causa de este cáncer"
Esquema implícito:
Se da X,
acto seguido se da Y.
Por lo tanto, X es la causa de Y.


Es preciso observar (como se observa en el libro de donde procede este ejemplo: PIZARRO, Fina. "Aprende a razonar". Barcelona: Alhambra, 1987) que si bien es un argumento falaz, no se puede establecer que la conclusión sea falsa; se llegó a esta conclusión por otras vías.
Para reflexionar, tomar conciencia, denunciar, participar activamente tendiendo a erradicar el problema de la trata de personas, ¡vamos que se puede! comienza por hacer tu pequeño, pero fundamental aporte al respeto.




 


Letra de la canción Prepárame la cena de Calle 13
 incluida en el disco Entren Los Que Quieran.

No soy un número ni parte de una cifra
Aunque se paga por igual la misma tarifa
Todos caminamos con la misma camisa
Sin prisa para mirar donde se pisa

No vale el tiempo pero valen las memorias
No se cuentan los segundos, se cuentan historias
La paciencia es lo que se cosecha
Mi calendario no tiene fecha

No estoy solo, ando con mis 5 sentidos
Acá el silencio se convierte en sonido
Todo lo malo que soñé lo toqué
Pero esta tan oscuro que el miedo no se ve

Yo me huelo lo que siento por eso presiento
Que dentro del circuito me queda poco tiempo
En el próximo tren yo me monto
Prepárame la cena que regreso pronto

Prepárame la cena que regreso pronto
Yo miro para afuera y miro para adentro
La reclusión es mi punto de encuentro
Me ubican dentro de lo marginal  

Pero en algún momento todos nos portamos mal  
 
Y quien determina lo bueno y lo malo  
Lo poco saludable y lo sano  
De lo crudo a lo cocido hay una larga diferencia  
Y cocinar término medio no es ninguna ciencia  
 
En esta vida me castigaste,  
Me robaste el tiempo, me re-cagaste  
Mi culpabilidad es como una pecera vacía  
Como juzgar al sol por salir de día  
 
Si mis tristezas te causan alegrías  
Es por que tus reglas son distintas a las mías  
Creo en todo lo que veo  
Y aunque soy ateo rezo pa' que nunca me pase algo feo  
 
Para soñar con mi partida y con tú llegada  
No me hace falta un matre con almohada  
Yo soy libre porque desde aquí yo vuelo  
Solo toca despegarse del suelo  
 
Prepárame  la cena que regreso pronto...

lunes, 16 de septiembre de 2013

publicidad y filosofía ( apuntes tomados de filopolis.net)

                1. ¿Poderes que nos quieren sujetar?
  
                   A menudo nos encontramos con organizaciones o agentes que aspiran a orientar o encarrilar nuestros pensamientos y nuestras decisiones. Pero los humanos, con nuestra racionalidad, tenemos la posibilidad de analizar, reflexionar y tomar decisiones propias e inteligentes.
¿Poderes? Medios de comunicación de masas, grupos económicos de presión o multinacionales, mayorías, propaganda política,... y publicidad son poderes que se ejercen buscando influir y moldear comportamientos. Tiene poder quién tiene la capacidad de producir un cambio en los otros.
                ¿Sujetos? La palabra "sujeto" tiene dos sentidos. Es sujeto quién tiene una identidad, quién está atado a su conciencia y a su yo. Pero sujeto quiere decir, también, estar sometido, sujetado a otro que tiene el control. Podemos mantener nuestra identidad con la publicidad o podemos estar sometidos a ella. La situación humana es una situación abierta.


Continuamente estamos bombardeados por anuncios que desde vallas publicitarias, diarios, revistas, radio, televisión,... nos martillean el cerebro. Son mensajes informativos, persuasivos o seductores que manipulan nuestras emociones humanas más profundas. Este bombardeo se da, de una manera creciente, en la mayoría de países de economía competitiva.     

¿Publicidad? ¿Qué entendemos por publicidad? Según el Diccionario de la Enciclopedia Catalana la publicidad es, en primer lugar, calidad de público, es decir, manifestar o revelar algo sea en un diario o en otro medio de comunicación. Ahora bien, todos sabemos que es mucho más que hacer público.





                2. Recursos o trucos para atraer

                                 Publicidad es más que manifestar o revelar o hacer público algo. Si seguimos atentos, veremos que el Diccionario de la Enciclopedia Catalana ofrece un segundo sentido más específico: la publicidad es la comunicación masiva que tiene por objeto informar, persuadir y conseguir un comportamiento determinado de las personas que reciben esta información. Así, pues, la publicidad persigue tres objetivos: informar, persuadir y conseguir una determinada compra.

El reto de los informadores o comunicadores publicitarios es grande: tienen que conseguir que un producto determinado, básicamente idéntico a otros muchos del mismo tipo (bebidas, deportivas, pantalones,...) sobresalga y, mediante la persuasión, llegue a ser el preferido. Un reto grande si tenemos en cuenta que el destinatario ya está saturado de mensajes.

                                                              



Pero, ¿qué es persuadir? Persuadir es llevar alguien, con buenas o malas razones, a hacer o creer determinada cosa. Persuadir es parecido a convencer.

Si no es la calidad informativa lo que distingue un producto, la información sobre este tenderá a ser mínima; la diferenciación se apoyará en la imagen de marca y en la presentación. Y cuando la imagen de marca es el único hecho distintivo, los publicistas recorren a trucos para atraer la atención del receptor con el objetivo de sujetarlo. Trucos o recursos que se usan para persuadir o, yendo más allá, seducir. Así:
                a) Palabras trampa. Los anuncios que contienen palabras como por ejemplo nuevo, rápido, mejor, auténtico, único, sorprendente, venden más productos.              
                b) Atracción sexual. Los anuncios que utilizan animales, niños o atractivo sexual tienen más probabilidad de vender el producto del cual hacen publicidad que aquellos que contienen personajes más neutros, caricaturescos o históricos.
                c) Patrones ideales. Los anuncios con modelos o patrones ideales de comportamiento tienden a hacer crecer las ventas. Así, jóvenes que reciben amor, afecto y amistad; parejas jóvenes que disfrutan de calidad de vida; amas de casa que impresionan el suyos maridos;...   
                d) Disonancia cognitiva. Los anuncios capaces de provocar disonancia cognitiva incrementan las ventas. La disonancia es la percepción de que se no tiene aquello que la anunciando supone tendría que tener. Se crea disonancia cuando se afirma, por ejemplo, que la tecnología que tenemos no es la que tendríamos que tener. La disonancia crea un malestar que nos mueve hacia la consonancia, es decir, a comprar.

















 3.Productos y promesas

                                 La publicidad forma parte integrante del sistema de producción y de distribución al servicio de todos. Los fabricantes de bienes y proveedores de servicios necesitan informar y recordar aquello que ofrecen. La información es útil para la economía de la producción; los consumidores tienen que poder elegir entre diferentes opciones. La publicidad tiene un efecto estabilizador de la ocupación, asegurando la venta regular de la producción. La publicidad es el fundamento de la competencia en el mercado; estimula el desarrollo y la innovación.

Esta sería una vertiente positiva de la publicidad: cumple una función social informativa y estabilizadora de la vida económica, es motor del desarrollo económico, es un impulso dinámico del mercado. Ahora bien, la publicidad va más allá: vende mucho más que el producto que anuncia. Ciertamente, un anuncio concreto pide al receptor que compre un objeto identificable, pero el anuncio trae mensajes implícitos. Por ejemplo, el mensaje que este objeto o producto conferirá un determinado reconocimiento social; en este caso, el mensaje publicitario va dirigido más a la autoimagen del comprador que a las calidades funcionales del objeto comprado.

La publicidad vende productos; pero la publicidad vende, especialmente, promesas. Se venden promesas de juventud, promesas de belleza, de vitalidad, de prestigio,… Como a menudo se ha repetido, "el alma de un anuncio es una promesa, una gran promesa". Muchos spots, con caras llenas de sonrisas y con una actitud eufórica, son una promesa de felicidad fácil. Con la compra del objeto promocionado, se ofrece una promesa de éxito social o sexual: el éxito de los triunfadores gracias al producto. Unas veces es la Coca-Cola, otras la Pepsi-Cola, quién nos vende la promesa de libertad; una libertad que, sorprendentemente, se obtiene haciendo lo que se quiere que haga todo el mundo, es decir, comprando la bebida anunciada.
               
La más elemental reflexión muestra que entre el producto anunciado y el valor prometido hay poca relación. Pero la publicidad no apela a nuestra racionalidad sino a nuestra emotividad; si la publicidad aportara argumentos racionales, sería fácil encontrar contra-argumentos.





4. Persuasión o seducción

                                 Los recursos más sofisticados del mundo del arte y del entretenimiento que desde siempre estaban al servicio del mundo del ocio y del mundo lúdico están, hoy, al servicio de la publicidad: seducir artística y bellamente con objeto de vender. Se ha dicho que actualmente la mejor fotografía se ve a los anuncios de la televisión o a los anuncios de la publicidad estática.




Un objetivo manifiesto de la publicidad es el de persuadir, es decir, el de convencer al receptor; pero a menudo la publicidad pretende seducir más que no persuadir. Persuadir y seducir son actividades parecidas pero con remarcables  diferencias. En la persuasión se ofrecen razones (buenas o malas) y argumentos; el receptor puede defenderse y su capacidad de elección no queda anulada. En la seducción toman primacía los sentimientos y las emociones; se pretende fascinar y cautivar (hacer cautivo).

La seducción es un tipo de comunicación ambivalente: la atracción seductora es un deslumbramiento muchas veces engañoso. Una persona seduce cuando se expresa con un lenguaje enmascarado que evita la transparencia. Igualmente, la publicidad es un lenguaje seductor que pretende atraer de una manera enmascarada. El receptor, como la persona seducida, no puede, al final del proceso, vivir sin el que lo ha seducido. La seducción es hace con tanta delicadeza que el sujeto que la vive no la vive como seducción.                 



La publicidad, con la seducción, deviene un juego de trampas, de ingenio, de subterfugios y de piruetas largamente estudiadas y analizadas por los especialistas. Es tanto su poder que, al fin, el sujeto queda convencido que tiene que comprar un determinado producto y que realmente lo necesita para poder vivir y para ser feliz. El sujeto llega a creer que compra el producto de manera espontánea y natural, cree que la decisión emerge de él mismo, cuando en el fondo no es otra cosa que la respuesta esperada a un conjunto de estímulos pensados con premeditación.

5. La publicidad sobrepasa la función que le es propia

                                 ¿Podemos imaginar nuestro mundo sin publicidad? Probablemente, no. La publicidad nos ayuda y orienta a la hora de tomar decisiones de compra. En nuestro mundo moderno, industrializado y consumista, nos sería difícil vivir sin la información que nos da idea sobre todo lo que se ofrece. No obstante, tenemos que analizar si la publicidad ha de mantenerse dentro de unos determinados límites o bien si el objetivo mercantilista de aumento de ventas lo legitima todo.

La primera y más global consideración que podríamos hacer sobre el hecho publicitario es preguntarnos si la publicidad sobrepasa la función que le es propia, es decir, si sobrepasa la función de informar y persuadir al consumidor. Y sobrepasa la función cuando va más allá del mundo comercial y penetra en ámbitos culturales, educacionales y sociales que no le corresponden. ¿Cómo sobrepasa su función?


               
a) Modelando mentalidades.
La publicidad contribuye a modelar la mentalidad de niños, jóvenes y adultos; la publicidad indica cuáles tienen que ser nuestros ideales, las aspiraciones, los sentimientos profundos. Con las estrategias publicitarias, si la persona no es reflexiva, puede verse arrastrada y, al mismo tiempo, estar convencida de actuar con llena independencia. Ahora bien, no se tiene que olvidar que la publicidad también es efecto o reflejo de la sociedad. Para muchos sociólogos es el mejor espejo de las características de nuestra sociedad. Así, una crítica a la publicidad exige una crítica a la sociedad consumista y masificada que lleva a producir este estilo publicitario.




                b) Manejando sentimientos.
Optando más por el camino de la emotividad que no lo de la racionalidad, la publicidad maneja nuestros sentimientos de culpa, nuestros miedos y angustias, los sentimientos de soledad y nuestras tensiones internas. Si un publicista es capaz de jugar con un deseo o un miedo bastante compartido, si es capaz de remover heridas abiertas, entonces su anuncio será un éxito.


                c) Uniformando.
La publicidad llega a ser un factor de integración social, pero su integración es uniformadora. Contribuye a disgregar las subculturas de una determinada sociedad a favor de una cultura dominante. La eficacia publicitaria necesita un máximo de masificación. Ciertamente, se tiene en consideración la escalera social, es decir, el hecho que la sociedad está dividida en clases, pero dentro cada clase se requiere uniformidad.



                d) Estimulando el consentimiento.
La publicidad nunca fomenta la discusión, la crítica, la reflexión. Busca el consentimiento. Estimula el consentimiento a favor de la situación dominante. Así, la imagen de la subordinación de la mujer, transmitida por la publicidad, legitima su discriminación en la vida cotidiana, en el trabajo, en casa. Refleja y reproduce lo que pasa en la realidad; pero esta reproducción refuerza y legitima la desigualdad dominante.




                e) Estableciendo o reforzando valores.
Las personas no sabemos vivir sin valorar, es decir, vivimos una actitud positiva y preferencial ante determinadas acciones, objetos o personas. La publicidad, seleccionando unos valores y marginando otros, reconfigura nuestro universo de valores. Una reconfiguración de valores que sólo atiende criterios económicos.

Así, pues, el fenómeno publicitario incide en áreas que van más allá de su función declarada; penetra en ámbitos que no le son propios y, en estos, opera eficazmente por medio de técnicas de psicología publicitaria.



jueves, 12 de septiembre de 2013

P.U.E. 6º- Unidad II - Síntesis de la ética kanteana





Manuel Kant nació en 1724 en una ciudad de la antigua Prusia. Su obra “Critica de la Razón Pura” apareció cuando el tenia sesenta años. También escribió, “Critica de la Razón Práctica”, “La Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres”. En estas últimas es donde se expone su punto de vista ético. Falleció en 1804.
Para Kant lo verdaderamente bueno es la voluntad. Una cualidad cualquiera puede ser buena o mala, dependiendo de la intensión con la que se usa. La buena voluntad no es buena por lo que realiza, tampoco es buena porque se adecue para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto. La buena voluntad es buena en si misma. Esto la hace más valiosa que todo aquello que pudiéramos conseguir por medio de ella. Kant dice que muchas veces sabemos lo que debemos hacer, y sin embargo nos dejamos llevar por nuestras apetencias personales, nuestros afectos, nuestras preferencias o conveniencias. Esto se debe  que  los seres humanos no estamos constituidos solo por la razón,  sino también por las  inclinaciones. Cuando  sabemos lo que esta bien, pero nuestras inclinaciones quieren arrastrarnos en sentido contrario, la buena debe convertirse en deber.
 El Deber es el aspecto fundamental de la ética kantiana. El deber siempre tiene un carácter coercitivo, en tanto que surge para oponerse y reprimir a las inclinaciones. Esto no significa que solamente obramos bien al oponernos a nuestras inclinaciones.
Kant clasifica los actos en relación al deber:
Un acto contrario al deber es el del caso de un compañero que te pide que lo ayudes a estudiar para el examen de filosofía, porque no entiende algunos puntos del programa. Tú tienes tiempo para hacerlo y tienes claros los temas estudiados, sin embargo prefieres quedarte viendo tu programa en la televisión. De este modo habrás obrado de forma contraria al deber.
Supongamos que ese compañero conoce los contenidos del examen de historia que tu también debes rendir, de modo que tu le dices que tu lo ayudas con filosofía solo si el te ayuda con historia. Como obraste por conveniencia, tu acto coincidió  con lo que el deber indicaba pero lo hiciste por inclinación. Tu acto se clasifica como de acuerdo con el deber por inclinación mediata. Ahora si el que te pide que lo ayudes es tu mejor amigo y  accedes ha hacerlo, tu acto habrá sido de acuerdo con el deber, por inclinación mediata. Cuando los actos son de acuerdo  con el deber, ya sea por inclinación mediata o inmediata, decimos que son moralmente neutros.
Obrar por deber, seria en el ejemplo, que ayudaras ha quien te pidió que lo hicieras, solo porque tienes que hacerlo, ajeno a todo interés o inclinación.
La ética kantiana propone que debemos cumplir con lo que el deber nos manda mas allá que ello nos proporcione un beneficio personal. Existe una regla objetiva para poder determinar que acción es buena y cual no lo es. Esta regla objetiva esta formulada en los imperativos categóricos.
Un imperativo es el lenguaje en el que se expresan los mandatos morales, por ejemplo los diez mandamientos dados a Moisés. Son categóricos porque mandan en forma absoluta, mas allá de las circunstancias particulares en las que se encuentra la persona o en los beneficios que esa acción le pueda brindar.
Los imperativos Hipotéticos son los que mandan en forma condicional. Por ejemplo “si deseas ser ayudado por tus compañeros, debes ayudarlos cuando ellos lo necesitan”. Decimos que una máxima es un principio por el cual se obra, aquello por lo cual se realiza una acción. Es un principio subjetivo. Mientras que el imperativo categórico es objetivo.
Primera formulación del imperativo categórico: “Obra según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal”.
Segunda formulación del imperativo categórico:” Obra de tal manera que no consideres a la humanidad como un medio, sino siempre como un fin en si misma”.
Para Kant la felicidad no puede ser el objetivo del obrar ético del hombre. Si la naturaleza hubiese querido hacernos felices nos habría dotado solo de instintos. Si nos doto de razón es para que a través de ella seamos moralmente buenos, que es más importante que la felicidad en cualquiera de sus formas.


P.U.E. 6º - UNIDAD II - El problema ético: ¿Qué es lo bueno?, la respuesta de Epicuro de Samos.






Las enseñanzas de Epicuro (341-270 a. C.), nacido en Samos, a pesar de no haber ejercido gran influencia en la filosofía posterior, fueron muy estimadas en su época, y sus máximas eran sumamente respetadas por sus  contemporáneos.
Epicuro fue el creador de una comunidad denominada "los filósofos del jardín", puesto que era en el jardín de una casa que Epicuro adquirió en Atenas donde un grupo, no solo de hombres sino también de mujeres (cosa novedosa si la comparamos con el Liceo de Aristóteles o la academia de Platón) se reunía para cultivar la amistad y la Filosofía. Estas dos eran para Epicuro las claves para conseguir la felicidad, por consiguiente, a ellas dedicó su vida. Y puesto que la Filosofía permitía alcanzar la felicidad, toda persona debía dedicarse a ella. Así Io expresaba el autor:
"Ni el joven postergue el filosofar ni el anciano se aburra de hacerlo, pues para nadie está fuera de lugar, ni por muy joven ni por muy anciano, el buscar la tranquilidad del alma. Y quien dice que no le llegado el tiempo de filosofar o que ya se ha pasado, es semejante a quien dice que no ha llegado el tiempo de buscar la felicidad o que ya ha pasado. Así, deben filosofar ancianos y jóvenes: aquellos para enseñar a los jóvenes y estos para reunir al mismo tiempo juventud y experiencia."
Pero ¿qué era la felicidad para Epicuro? La felicidad estaba dada por la conjunción de dos factores, la ausencia de preocupaciones (en griego, "ataraxia") y el placer ("hedoné" en griego), razón por la cual se considera a Epicuro uno de los principales representantes del hedonismo.
Analicemos, entonces, dos factores.
En primer lugar, ¿cuáles son las preocupaciones que el filósofo proponía  evitar? Son fundamentalmente tres: el temor a los dioses, el temor a la muerte y el temor al futuro.
Contrariamente a lo que muchos detractores del epicureísmo afirmaban, Epicuro no parecería haber sido ateo. Sin embargo, los dioses eran, para él, seres demasiado alejados de nosotros, los humanos, y no se preocupaban por nuestras vicisitudes, por lo que carecía de sentido temerles.
En cuanto al temor a la muerte, Epicuro lo consideraba un sinsentido, puesto que "todo bien y todo mal residen en Ia sensibilidad, y Ia muerte no es otra cosa que la perdida de Ia sensibilidad misma".
También lo expresaba el filósofo en otras palabras, las que se transformaron en una célebre argumentación:
"La muerte, pues, el más horrendo de los males, en nada nos pertenece, pues mientras nosotros vivimos no ha llegado y cuando llegó ya no vivimos. Así, la muerte no es contra nosotros ni contra los muertos pues en aquellos todavía no está y en estos ya no está más."
Esta concepción de Epicuro trasciende el tema de la muerte en sí. Detrás de ella esconde una valoración de la vida fundamental en su filosofía. Lo que nos propone no es una teoría abstracta sino, como muchos la han considerado, una sabiduría de vida, caracterizada por el optimismo y la admiración ante la existencia misma del mundo y del hombre. Esta afirmación de la vida fue encarnada por el mismo Epicuro,  quien aun en los momentos finales de su vida, cuando afrontó con fortaleza y optimismo la enfermedad renal que finalmente lo llevó a la muerte.
Por último, carece también de sentido temerle al futuro, puesto que "el futuro ni depende enteramente de nosotros ni tampoco nos es totalmente ajeno, de modo que no debemos esperarlo como si hubiera de venir infaliblemente ni tampoco desesperarnos como si no hubiera de venir nunca." Y ya que el destino no existe, poseemos algunas cosas por  azar, y otras por obra nuestra, y son estas últimas las que debemos atender.
El otro factor para lograr la felicidad, juntamente con la "ataraxia" , es la obtención del placer. ¿Debemos entender esto en el modo en que lo hicieron los antecesores del epicureísmo, los cirenaicos, encabezados por Aristipo, que sostenían que debe buscarse el placer del momento, sin atender a la tranquilidad y al reposo espiritual? Definitivamente no. Hay dos elementos que permiten diferenciar claramente la propuesta de Epicuro de la de Aristipo. En primer lugar, Epicuro ponía especial empeño en diferenciar tres tipos de deseos:
los naturales y necesarios (por ejemplo, satisfacer nuestro apetito con el simple y saludable pan de todos los días),
los naturales y no necesarios (disfrutar de una comida sabrosa, así como disfrutar de los placeres espirituales)
y los no naturales ni necesarios (asistir a un opíparo banquete), a los que también llama vanos o superfluos.
Los placeres naturales no sólo son permisibles sino que son buenos; por el contrario, el deseo de placeres superfluos debe ser evitado. Podemos afirmar por esto que la ética hedonista es una ética naturalista, en tanto identifica lo natural con lo bueno. En las palabras del autor, "todo placer es un bien en la medida en que tiene por compañera a la naturaleza”.        Los placeres vanos no son buenos porque, a Ia Iarga, nos acarrearán dolor; no sólo son más difíciles de conseguir, sino que además son más fáciles de perder.
"Tenemos por un gran bien el contentarnos con Io suficiente, no porque siempre debamos tener poco, sino para vivir con poco cuando no tenemos mucho, estimando por muy cierto que disfrutan equilibradamente de Ia abundancia y Ia magnificencia los que menos la necesitan, y que todo Io natural es fácil de conseguir mientras que lo vano es muy difícil de obtener.  Asimismo, los alimentos fáciles y sencillos son tan sabrosos como los complicados y costosos cuando se elimina todo lo que puede causarnos el dolor de carecer de estos. EI pan ordinario y el agua producen el mayor de los placeres cuando llega a obtenerlos un necesitado.
El acostumbrarse, pues, a comidas simples y nada magníficas es útil para la salud, lleva al hombre a preocuparse por las cosas necesarias para la vida, lo pone en mejor disposición para concurrir de vez en cuando a los banquetes suntuosos y lo prepara ante los vaivenes
de Ia fortuna. Así, cuando decimos que el placer es el fin no queremos entender los placeres de los lujuriosos o los que consisten en el goce material como se figuran algunos ignorantes de nuestra doctrina o contrarios a ella o que la entienden erróneamente, sino que unimos el no padecer dolor en el cuerpo con el tener el alma tranquila”.
Juntamente con esta triple diferenciación de los deseos, Epicuro nos habla de la importancia de poseer una virtud sin la cual es imposible elegir y ordenar los placeres. Esta virtud es Ia prudencia, y gracias a ella podemos desechar un placer si éste nos ocasionará un mal futuro, aceptar un mal cuando su consecuencia sea un placer superior o no caer en la aceptación ciega de un placer si esto nos impide la adquisición posterior de un placer mayor o más elevado.
"Todo placer es un bien (...) pero no se ha de elegir cualquier goce. También todo dolor es un mal pero no siempre se ha de huir de todos los dolores. Debemos, pues, discernir tales cosas por comparación y juzgarlas con respecto a su conveniencia o inconveniencia, pues en algunos momentos huimos del bien como si fuese un mal y, al contrario, buscamos el mal como si fuese un bien."
El discernimiento de los distintos placeres y la recta prudencia nos permiten, en síntesis, acercarnos a una vida feliz, lo cual constituye el objeto de la Filosofía. Sin embargo, esto debe interpretarse en relación con la noción de " ataraxia " antes vista.
Epicuro valoraba como placer fundamental la tranquilidad del alma y la ausencia de dolor. Si atendemos a la distinción que con frecuencia se hace entre placeres activos y placeres pasivos, podemos afirmar que el filósofo localizaba su búsqueda en los segundos, esto es, en el placer en reposo, a diferencia de Aristipo, que ensalzaba los primeros.
"La ausencia de turbación (ataraxia) y de dolor (aponía) son placeres estables; en cambio, el goce y la alegría resultan (placeres) en movimiento por su vivacidad. Cuando decimos, entonces, que el placer es el fin, no queremos referirnos a los placeres de los intemperantes o a los producidos por la sensualidad (...) sino en hallarnos libres de sufrimientos del cuerpo y de turbaciones del alma."
En suma, una vida en privacía, rodeada de amistades y de placeres moderados, con el mínimo de dolores posibles y tranquilidad en el alma, es lo que nos brindará la felicidad, y hacia eso debe encaminarse el hombre.

"Ni Ia posesión de las riquezas, ni Ia abundancia de las cosas, ni la obtención de cargos o el poder producen la felicidad y Ia bienaventuranza, sino la ausencia de dolores, la moderación en los afectos y Ia disposición de espíritu que se mantenga en los límites impuestos por Ia naturaleza”.