lunes, 16 de septiembre de 2013

publicidad y filosofía ( apuntes tomados de filopolis.net)

                1. ¿Poderes que nos quieren sujetar?
  
                   A menudo nos encontramos con organizaciones o agentes que aspiran a orientar o encarrilar nuestros pensamientos y nuestras decisiones. Pero los humanos, con nuestra racionalidad, tenemos la posibilidad de analizar, reflexionar y tomar decisiones propias e inteligentes.
¿Poderes? Medios de comunicación de masas, grupos económicos de presión o multinacionales, mayorías, propaganda política,... y publicidad son poderes que se ejercen buscando influir y moldear comportamientos. Tiene poder quién tiene la capacidad de producir un cambio en los otros.
                ¿Sujetos? La palabra "sujeto" tiene dos sentidos. Es sujeto quién tiene una identidad, quién está atado a su conciencia y a su yo. Pero sujeto quiere decir, también, estar sometido, sujetado a otro que tiene el control. Podemos mantener nuestra identidad con la publicidad o podemos estar sometidos a ella. La situación humana es una situación abierta.


Continuamente estamos bombardeados por anuncios que desde vallas publicitarias, diarios, revistas, radio, televisión,... nos martillean el cerebro. Son mensajes informativos, persuasivos o seductores que manipulan nuestras emociones humanas más profundas. Este bombardeo se da, de una manera creciente, en la mayoría de países de economía competitiva.     

¿Publicidad? ¿Qué entendemos por publicidad? Según el Diccionario de la Enciclopedia Catalana la publicidad es, en primer lugar, calidad de público, es decir, manifestar o revelar algo sea en un diario o en otro medio de comunicación. Ahora bien, todos sabemos que es mucho más que hacer público.





                2. Recursos o trucos para atraer

                                 Publicidad es más que manifestar o revelar o hacer público algo. Si seguimos atentos, veremos que el Diccionario de la Enciclopedia Catalana ofrece un segundo sentido más específico: la publicidad es la comunicación masiva que tiene por objeto informar, persuadir y conseguir un comportamiento determinado de las personas que reciben esta información. Así, pues, la publicidad persigue tres objetivos: informar, persuadir y conseguir una determinada compra.

El reto de los informadores o comunicadores publicitarios es grande: tienen que conseguir que un producto determinado, básicamente idéntico a otros muchos del mismo tipo (bebidas, deportivas, pantalones,...) sobresalga y, mediante la persuasión, llegue a ser el preferido. Un reto grande si tenemos en cuenta que el destinatario ya está saturado de mensajes.

                                                              



Pero, ¿qué es persuadir? Persuadir es llevar alguien, con buenas o malas razones, a hacer o creer determinada cosa. Persuadir es parecido a convencer.

Si no es la calidad informativa lo que distingue un producto, la información sobre este tenderá a ser mínima; la diferenciación se apoyará en la imagen de marca y en la presentación. Y cuando la imagen de marca es el único hecho distintivo, los publicistas recorren a trucos para atraer la atención del receptor con el objetivo de sujetarlo. Trucos o recursos que se usan para persuadir o, yendo más allá, seducir. Así:
                a) Palabras trampa. Los anuncios que contienen palabras como por ejemplo nuevo, rápido, mejor, auténtico, único, sorprendente, venden más productos.              
                b) Atracción sexual. Los anuncios que utilizan animales, niños o atractivo sexual tienen más probabilidad de vender el producto del cual hacen publicidad que aquellos que contienen personajes más neutros, caricaturescos o históricos.
                c) Patrones ideales. Los anuncios con modelos o patrones ideales de comportamiento tienden a hacer crecer las ventas. Así, jóvenes que reciben amor, afecto y amistad; parejas jóvenes que disfrutan de calidad de vida; amas de casa que impresionan el suyos maridos;...   
                d) Disonancia cognitiva. Los anuncios capaces de provocar disonancia cognitiva incrementan las ventas. La disonancia es la percepción de que se no tiene aquello que la anunciando supone tendría que tener. Se crea disonancia cuando se afirma, por ejemplo, que la tecnología que tenemos no es la que tendríamos que tener. La disonancia crea un malestar que nos mueve hacia la consonancia, es decir, a comprar.

















 3.Productos y promesas

                                 La publicidad forma parte integrante del sistema de producción y de distribución al servicio de todos. Los fabricantes de bienes y proveedores de servicios necesitan informar y recordar aquello que ofrecen. La información es útil para la economía de la producción; los consumidores tienen que poder elegir entre diferentes opciones. La publicidad tiene un efecto estabilizador de la ocupación, asegurando la venta regular de la producción. La publicidad es el fundamento de la competencia en el mercado; estimula el desarrollo y la innovación.

Esta sería una vertiente positiva de la publicidad: cumple una función social informativa y estabilizadora de la vida económica, es motor del desarrollo económico, es un impulso dinámico del mercado. Ahora bien, la publicidad va más allá: vende mucho más que el producto que anuncia. Ciertamente, un anuncio concreto pide al receptor que compre un objeto identificable, pero el anuncio trae mensajes implícitos. Por ejemplo, el mensaje que este objeto o producto conferirá un determinado reconocimiento social; en este caso, el mensaje publicitario va dirigido más a la autoimagen del comprador que a las calidades funcionales del objeto comprado.

La publicidad vende productos; pero la publicidad vende, especialmente, promesas. Se venden promesas de juventud, promesas de belleza, de vitalidad, de prestigio,… Como a menudo se ha repetido, "el alma de un anuncio es una promesa, una gran promesa". Muchos spots, con caras llenas de sonrisas y con una actitud eufórica, son una promesa de felicidad fácil. Con la compra del objeto promocionado, se ofrece una promesa de éxito social o sexual: el éxito de los triunfadores gracias al producto. Unas veces es la Coca-Cola, otras la Pepsi-Cola, quién nos vende la promesa de libertad; una libertad que, sorprendentemente, se obtiene haciendo lo que se quiere que haga todo el mundo, es decir, comprando la bebida anunciada.
               
La más elemental reflexión muestra que entre el producto anunciado y el valor prometido hay poca relación. Pero la publicidad no apela a nuestra racionalidad sino a nuestra emotividad; si la publicidad aportara argumentos racionales, sería fácil encontrar contra-argumentos.





4. Persuasión o seducción

                                 Los recursos más sofisticados del mundo del arte y del entretenimiento que desde siempre estaban al servicio del mundo del ocio y del mundo lúdico están, hoy, al servicio de la publicidad: seducir artística y bellamente con objeto de vender. Se ha dicho que actualmente la mejor fotografía se ve a los anuncios de la televisión o a los anuncios de la publicidad estática.




Un objetivo manifiesto de la publicidad es el de persuadir, es decir, el de convencer al receptor; pero a menudo la publicidad pretende seducir más que no persuadir. Persuadir y seducir son actividades parecidas pero con remarcables  diferencias. En la persuasión se ofrecen razones (buenas o malas) y argumentos; el receptor puede defenderse y su capacidad de elección no queda anulada. En la seducción toman primacía los sentimientos y las emociones; se pretende fascinar y cautivar (hacer cautivo).

La seducción es un tipo de comunicación ambivalente: la atracción seductora es un deslumbramiento muchas veces engañoso. Una persona seduce cuando se expresa con un lenguaje enmascarado que evita la transparencia. Igualmente, la publicidad es un lenguaje seductor que pretende atraer de una manera enmascarada. El receptor, como la persona seducida, no puede, al final del proceso, vivir sin el que lo ha seducido. La seducción es hace con tanta delicadeza que el sujeto que la vive no la vive como seducción.                 



La publicidad, con la seducción, deviene un juego de trampas, de ingenio, de subterfugios y de piruetas largamente estudiadas y analizadas por los especialistas. Es tanto su poder que, al fin, el sujeto queda convencido que tiene que comprar un determinado producto y que realmente lo necesita para poder vivir y para ser feliz. El sujeto llega a creer que compra el producto de manera espontánea y natural, cree que la decisión emerge de él mismo, cuando en el fondo no es otra cosa que la respuesta esperada a un conjunto de estímulos pensados con premeditación.

5. La publicidad sobrepasa la función que le es propia

                                 ¿Podemos imaginar nuestro mundo sin publicidad? Probablemente, no. La publicidad nos ayuda y orienta a la hora de tomar decisiones de compra. En nuestro mundo moderno, industrializado y consumista, nos sería difícil vivir sin la información que nos da idea sobre todo lo que se ofrece. No obstante, tenemos que analizar si la publicidad ha de mantenerse dentro de unos determinados límites o bien si el objetivo mercantilista de aumento de ventas lo legitima todo.

La primera y más global consideración que podríamos hacer sobre el hecho publicitario es preguntarnos si la publicidad sobrepasa la función que le es propia, es decir, si sobrepasa la función de informar y persuadir al consumidor. Y sobrepasa la función cuando va más allá del mundo comercial y penetra en ámbitos culturales, educacionales y sociales que no le corresponden. ¿Cómo sobrepasa su función?


               
a) Modelando mentalidades.
La publicidad contribuye a modelar la mentalidad de niños, jóvenes y adultos; la publicidad indica cuáles tienen que ser nuestros ideales, las aspiraciones, los sentimientos profundos. Con las estrategias publicitarias, si la persona no es reflexiva, puede verse arrastrada y, al mismo tiempo, estar convencida de actuar con llena independencia. Ahora bien, no se tiene que olvidar que la publicidad también es efecto o reflejo de la sociedad. Para muchos sociólogos es el mejor espejo de las características de nuestra sociedad. Así, una crítica a la publicidad exige una crítica a la sociedad consumista y masificada que lleva a producir este estilo publicitario.




                b) Manejando sentimientos.
Optando más por el camino de la emotividad que no lo de la racionalidad, la publicidad maneja nuestros sentimientos de culpa, nuestros miedos y angustias, los sentimientos de soledad y nuestras tensiones internas. Si un publicista es capaz de jugar con un deseo o un miedo bastante compartido, si es capaz de remover heridas abiertas, entonces su anuncio será un éxito.


                c) Uniformando.
La publicidad llega a ser un factor de integración social, pero su integración es uniformadora. Contribuye a disgregar las subculturas de una determinada sociedad a favor de una cultura dominante. La eficacia publicitaria necesita un máximo de masificación. Ciertamente, se tiene en consideración la escalera social, es decir, el hecho que la sociedad está dividida en clases, pero dentro cada clase se requiere uniformidad.



                d) Estimulando el consentimiento.
La publicidad nunca fomenta la discusión, la crítica, la reflexión. Busca el consentimiento. Estimula el consentimiento a favor de la situación dominante. Así, la imagen de la subordinación de la mujer, transmitida por la publicidad, legitima su discriminación en la vida cotidiana, en el trabajo, en casa. Refleja y reproduce lo que pasa en la realidad; pero esta reproducción refuerza y legitima la desigualdad dominante.




                e) Estableciendo o reforzando valores.
Las personas no sabemos vivir sin valorar, es decir, vivimos una actitud positiva y preferencial ante determinadas acciones, objetos o personas. La publicidad, seleccionando unos valores y marginando otros, reconfigura nuestro universo de valores. Una reconfiguración de valores que sólo atiende criterios económicos.

Así, pues, el fenómeno publicitario incide en áreas que van más allá de su función declarada; penetra en ámbitos que no le son propios y, en estos, opera eficazmente por medio de técnicas de psicología publicitaria.



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